La necedad de conferir poder a los malvados o favores a los indignos.
Un honesto Campesino observó una Serpiente acostada bajo un seto, casi congelada hasta la muerte. Se conmovió con compasión; y llevándola a casa, la puso cerca del fuego, y le dio un poco de leche fresca. Alimentada y cuidada de esta manera, la criatura pronto comenzó a revivir: pero tan pronto como recuperó la fuerza suficiente para hacer daño, saltó sobre la esposa del Campesino, mordió a uno de sus hijos, y en resumen, lanzó a toda la familia al caos y al terror.
¡Ingrato! dijo el Hombre, me has enseñado suficientemente cuán mal juzgado es conferir beneficios a los indignos e inútiles. Diciendo esto, tomó un hacha y cortó a la Serpiente en pedazos.