Tratar de sobresalir utilizando el ingenio o el dinero prestado generalmente nos expone al ridículo multiplicado.
Un cuervo engreído imaginaba que sólo le faltaba un traje elegante para ser tan magnífico como el pavo real. Con esta idea, se adornó con una cantidad suficiente de las plumas más hermosas del pavo real y, con este atuendo prestado, abandonó a sus antiguos compañeros e intentó pasar por un pavo real. Pero tan pronto como intentó mezclarse con estas elegantes criaturas, su andar afectado delató al pretendiente vanidoso. Los pavos reales ofendidos, arrancándole las plumas degradadas, pronto lo despojaron de su supuesta elegancia, lo redujeron a un simple cuervo y lo obligaron a regresar con sus hermanos, quienes ahora lo despreciaban igualmente y lo castigaron con burla y desprecio general.