Cuentos

El Molinero, su Hijo y el Asno

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Moral: No se puede agradar a todos; sigue tu propio juicio.

Un Molinero y su hijo llevaban su Asno al mercado para venderlo. Para mantener al asno fresco y en buenas condiciones, caminaban a su lado, dejándolo avanzar a su propio ritmo. No habían avanzado mucho cuando se encontraron con unos viajeros que dijeron: «Seguramente, uno de ustedes podría montar al Asno en lugar de caminar mientras el asno va libremente.» Siguiendo este consejo, el Molinero hizo que su hijo se subiera al Asno.

Después de un rato, otro grupo de personas comentó: «¡Qué chico tan holgazán! ¿Por qué no dejas que tu pobre padre monte en el asno?» El Molinero, tomando en cuenta estas palabras, intercambió lugares con su hijo y se montó él. Poco después, un tercer grupo los criticó diciendo: «¡Qué corazón tan duro tienes, permitiendo que tu hijo camine mientras tú vas cómodamente montado en el asno!» Intentando complacer a todos, el Molinero tomó a su hijo y ambos montaron al Asno.

Cuando llegaron a un puente cerca de la entrada de la ciudad, un espectador exclamó: «¡Nunca he visto a dos tontos tan grandes! ¡Sobre cargar al pobre Asno así!» Decididos a intentarlo todo, el Molinero y su hijo ataron las patas del Asno, lo colgaron de un palo y lo llevaron al hombro. Este extraño espectáculo atrajo a una multitud que se rió a carcajadas. Desafortunadamente, el Asno, no acostumbrado a este tratamiento, se retorció, rompió las cuerdas y cayó al río, donde se ahogó.

El Molinero, avergonzado y molesto, regresó a casa, convencido de que al tratar de complacer a todos, no había complacido a nadie y había perdido su Asno en el proceso.

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