Moraleja: Es imprudente unir intereses con aquellos que pueden imponernos sus propias condiciones.
Convencido por las súplicas de un Erizo medio muerto de frío, una Serpiente una vez le permitió quedarse en su cueva. No bien había entrado, cuando las espinas del Erizo comenzaron a incomodar mucho a su compañera, por lo que la Serpiente le pidió que buscara otro alojamiento, ya que su cueva no era lo suficientemente grande para acomodarlos a ambos. «No,» dijo el Erizo, «quienes están incómodos en su situación deben cambiarla; por mi parte, estoy muy contento donde estoy, y si tú no lo estás, eres bienvenida a mudarte cuando lo creas conveniente.»